miércoles, 24 de octubre de 2018

DÍA DE LA BIBLIOTECA ~ 2018



Desde el año 1997, cada 24 de octubre se celebra el Día de la Biblioteca en recuerdo de la destrucción de la Biblioteca de Sarajevo,  que fue incendiada en el año 1992 durante la Guerra de los Balcanes. La conmemoración de este día nació por iniciativa de la Asociación Española de Amigos del Libro Infantil y Juvenil para concienciar a la sociedad de la importancia de las bibliotecas como lugares de encuentro con la cultura, y como instrumentos de mejora de la formación y la convivencia humana. Igualmente, sirve como homenaje y reconocimiento a la labor de los bibliotecarios y bibliotecarias.

Los objetivos que se persiguen con la celebración de este día son:
  • Dar a conocer la existencia de las distintas bibliotecas: públicas, escolares y  hospitalarias.
  • Ofrecer información sobre el uso y posibilidades de las bibliotecas.
  • Fomentar el préstamo bibliotecario entre las distintas bibliotecas.
  • Orientar y apoyar a las familias, en la difícil tarea de seleccionar libros infantiles y juveniles de calidad.
  • Contribuir a la renovación de fondos bibliográficos de las distintas instituciones que lo solicitan.
  • Impulsar proyectos bibliotecarios para que las bibliotecas sean centros de aprendizajes permanentes.
  • Estimular la narración oral desde las instituciones bibliotecarias.
  • Profundizar en el proceso de aprendizaje del mensaje de la ilustración.
  • Contribuir a las actividades de entretenimiento, formación y promoción de lectura-escritura.


Cada año se encarga a un escritor y a un ilustrador, ambos de reconocido prestigio, la redacción del pregón y el diseño del cartel que se difunde entre todas las bibliotecas de España, asociados e interesados. Este año los elegidos han sido el escritor Gonzalo Moure Trenor (Premio Cervantes Chico 2017) y el cartel ha sido realizado por el ilustrador Alfonso Zapico (Premio Nacional de Cómic 2012).

A continuación podrás leer el pregón escrito por Gonzalo Moure:


Pregón
EL DÍA DE LA LUZ

Vengo del desierto del Sáhara, de inaugurar una biblioteca. Está en Dajla, el más alejado, el más olvidado de los cinco campamentos de refugiados saharauis. Es la cuarta biblioteca que construimos, y es preciosa. En el centro hemos plantado árboles, para que los niños y los jóvenes del Sáhara puedan experimentar el gozo de sentarse a su sombra a leer un libro. No queremos que esa biblioteca sea ningún “templo de silencio”, sino más bien un espacio para del sonido, para el ruido. Una biblioteca que ya es el lugar más hermoso del campamento. Un espacio para desear ir a buscar lectura, pero también amistad, sueños compartidos. Incluso amor. Un lugar en el que enamorarse mirando unos ojos por encima de un libro. Porque al fin y al cabo, la biblioteca es el lugar en el que se descubre al otro, de papel o de carne.

En una película inolvidable, la mejor película de ciencia ficción de la historia, 2001, una odisea del espacio, aparece un monolito cada vez que el hombre se dispone a dar un salto cualitativo. Kubrick, su director, debería haber puesto un libro en su lugar. Porque han sido los libros los que han marcado el ritmo de los cambios del ser humano. Porque el libro es el laboratorio del hombre, el lugar en el que se experimenta con emociones, descubrimientos, utopías, apuestas. Somos lo que somos porque hemos pensado y escrito sobre cómo ser y sobre cómo no ser. Y seremos lo que pensemos, lo que piensen y escriban las próximas generaciones. 

Así que una biblioteca no es solo un lugar en el que invitar a leer, sino también, o por eso, un lugar en el que invitar a escribir. Las bibliotecas del siglo XXI son, pueden ser, tienen que ser el semillero de nuevas novelas, nuevos monolitos, mojones de nuestro futuro. Si el siglo XX fue sin duda el siglo de la lectura, el siglo XXI puede llegar a ser el siglo de la escritura, ya lo está siendo.

Por todo eso construimos bibliotecas en los campamentos del desierto. Porque no son solo para los saharauis. Las paga nuestra sociedad civil, mediante socios adultos, y mediante actividades solidarias en colegios, institutos y bibliotecas. Y los alumnos y lectores que las sufragan se hacen conscientes de lo extraordinario que es tener una biblioteca, aprenden a valorar la suya, a defenderla. Cada biblioteca del desierto tiene detrás a miles de niños, jóvenes y adultos que la han hecho posible con su pequeño esfuerzo. Sumando. Cada lector saharaui tiene a su lado a miles de lectores, más conscientes de la importancia de una biblioteca, porque con su trabajo se ha construido una, en un clima y un lugar tan hostil. 

Piensa en tu biblioteca. Hubo un día en el que esa biblioteca no existía. Alguien la soñó, luchó por ella, la llenó de libros y también de sueños. Hazte del equipo de ese alguien que la hizo posible, lucha por un mundo en el que no haya un ser humano que no tenga cerca una biblioteca, o un amoroso bibliobús. Que no haya un solo niño, joven o adulto, que no roce la mano de una bibliotecaria que le aconseje, que le oriente en el laberinto. Que es lo mismo que decir que no haya un solo ser humano conectado a lo que fue, lo que es y lo que será.

En tu mano hay millones de manos, estrechando la tuya, acompañándote en el camino. Tiernas o callosas, pequeñas o grandes. En el libro que te espera en la mesilla de noche o junto al sofá, hay millones de libros. Ingenuos o complejos, humildes o lujosos. Pero todo preciosos. Conectados todos por un invisible hilo de plata que une mano con mano, estantería con estantería, un hilo inacabable y luminoso. Inacabable, y así sea. Hoy es el Día de la Biblioteca, que es lo mismo que decir El día de la Luz.
Feliz día, feliz siglo. 
Texto de Gonzalo Moure

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