La historia es mínima: un niño y un árbol que se quieren. El niño vuelve una y otra vez, en distintas etapas de su vida, buscando algo -juego, sombra, manzanas, madera, lo que sea- y el árbol siempre da. Sin condiciones. Este libro tiene muchas lecturas: podemos pensar en nuestra relación con el medio ambiente; en una metáfora de la relación entre padres e hijos; en una crítica al egoísmo humano; en cómo cambian las necesidades a medida que vamos creciendo; en lo que supone la abnegación, la dependencia emocional... Y quizá tiene un poco de todo.
En el último cuentacuentos con el alumnado de 2º de E. Primaria ocurrió algo que rara vez se produce: cuando su lectura tranquila finalizó se produjo entre los alumnos y alumnas un silencio largo que no quisimos romper, un silencio muy elocuente y cargado de reflexiones.
A continuación, mucha conversación. El alumnado, aun siendo de corta edad, se preguntaba si el árbol debería dar tanto, si el niño debería devolver algo, si todos tenemos un "árbol generoso" cerca, si a veces somos nosotros los que vamos por la vida pidiendo o exigiendo sin tener muy en cuenta a los demás, si el árbol era feliz de verdad... Este libro se convierte en un espejo que lleva a cuestionar la forma que tenemos de relacionarnos con los demás y, en tiempos donde todo parece de usar y tirar, recuerda que tanto dar como recibir con gratitud son actos cargados de significado.
No hace falta mucho. A veces, un manzano y un niño obstinado bastan para dar una lección que echa raíces largas.
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